Presentación
del libro “Conversaciones con Jorge Fukelman” en la Feria del Libro de Buenos
Aires el 29 de Abril del 2012
por Elena Lacombe
Ante todo
quiero agradecer de todo corazón a Paula y a Miguel esta invitación. Jorge
Fukelman fue alguien de una importancia mayor en mi vida. Lo conocí hace 34
años mientras cursaba el primer año de la Residencia de Psicopatología en el Hospital de
Niños Ricardo Gutiérrez, lugar en que ya había escuchado a analistas que dada
la época eran inevitablemente kleinianos. Yo no tenía preconceptos en relación
a esta escuela o esta otra, supongo que porque provenía de la medicina. En la Facultad de Medicina no
se hablaba de psicoanálisis, ni en la materia Psiquiatría se mencionaba a
Freud. Sí contaba en relación al psicoanálisis con un afortunado encuentro en
mi adolescencia.
En una
Biblioteca de mi barrio, Biblioteca que permitía que pudiera el lector llevarse
libros prestados a su casa, (es la Biblioteca
Manuel Gálvez, que empobrecida y semi abandonada sigue
abierta), me llevé la
Psicopatología de la Vida Cotidiana. Freud era para
mí alguien nebulosamente importante y me despertó curiosidad tener uno de sus
libros al alcance de la mano. Lo leí, como se imaginaran no entendí de qué se
trataba, pero no fue la sensación de “no se entiende nada” o “de qué habla este
señor” la que me quedó. Fue algo así como:”esto que escribe este señor es
absolutamente novedoso para mí, distinto a cualquier otra cosa que haya leído”.
Devolví el
libro y como corresponde al especialista que todo neurótico deviene, no me
excusaré en que tenía 16 años,especialista en no seguir los verdaderos deseos,
devolví el libro y me olvidé de Freud, de mi propia experiencia subjetiva, de
mi hallazgo afortunado en fin y me recibí de Bachiller. Luego fui a la Facultad de Medicina, me
recibí de médica y como evidentemente la medicina no me gustaba aguanté un año
en la Residencia
de Pediatría para luego hacer una tímida solución de compromiso: ingresar a la Residencia de
Psicopatología.
Fue en ese
momento mi segundo encuentro con el psicoanálisis; conocí a Jorge Fukelman. Fue
para mí la oportunidad de reavivar esa primera experiencia subjetiva que fuera
mi primera lectura de Freud. Les hago la confidencia de que en ese primer
encuentro con Jorge lo escuché entendiendo casi nada, mejor dicho en ese primer
encuentro y en los que siguieron. Fueron muchos, ya que estudié y supervisé con
él durante 20 años. Recuperar el “dice algo distinto a lo que vengo escuchando
y me interesa en el sentido de querer saber de eso y también en el de es importante
para mí”, fue esencial para sostener dedicarme al psicoanálisis.
Les pido
disculpas por este relato en primera persona, pero no ha sido una dificultad
menor para hablarles hoy, no verme llevada a hablarles de Jorge Fukelman y de
su enseñanza. Nos reunimos aquí para comentar este libro, que por supuesto
forma parte de su enseñanza pero que en el marco de este encuentro exige ser
recortado como tal.
El libro se
llama “Conversaciones con Jorge Fukelman” y efectivamente de conversaciones se
trata. Si bien en la mayor parte Paula y Miguel formulan preguntas y Jorge
responde, también es cierto que Jorge les pregunta a Paula y a Miguel. En las
preguntas que Paula y Miguel formulan
están en juego respuestas a preguntas que ellos como analistas ya se
hicieron. Propongo al lector participar de esta dialéctica que no es socrática
ni platónica, dejando que las supuestas respuestas sabidas se vuelvan preguntas
renovadas y así formar también él parte de la conversación.
Paula y Miguel
invitan al lector a formular sus propias preguntas y le proponen desde el
prólogo algunos posibles caminos de búsqueda: encontrar en las notas a pie de
página y en las referencias.
Mi propuesta
de lectura de este libro es la de recorrer un camino que no sea el más
conocido, seguramente por ser el más transitado, pero que es más cortito: el de
preguntas y respuestas. Este libro no es un reportaje, ni una serie de
entrevistas. Se inscribe a mi entender, en la venerable tradición del diálogo.
Aclaré antes
que su dialéctica no es socrática ni platónica porque el horizonte del
psicoanálisis no es el de la filosofía, pero no por ello desconoceré que la de
Sócrates fue una vida en diálogo en su dimensión ética y política. La praxis de
un analista y por qué no su modo de vida tiene en común con Sócrates la
purificación del discurso no para que el individuo se libere de la
particularidad de la doxa y acceda al Universal que le permita vivir y actuar
conforme a la razón, sino en una búsqueda en apariencia más modesta: la de la
relación del sujeto a la verdad.
Sabemos que
sería simplista decir a propósito de este libro, que si se reúnen tres
analistas a conversar precipitará de ello un diálogo fructífero en relación al
psicoanálisis. No va de suyo. Demasiados coloquios, congresos dan prueba de
ello.
Continúo mi
propuesta de lectura que resumo diciendo que de cada pregunta y también de cada
respuesta se puede extraer una nueva pregunta, desde “¿Cómo fue que yo me he
preguntado esto?” a “¿Cómo es que esto jamás me lo pregunté?”.
Tratemos entonces
de escuchar, leyendo el libro que nos convoca.
Paula le
pregunta a Jorge acerca del lugar de la supervisión en la formación del
analista y Jorge responde con otra pregunta, les pregunta cuál es la
experiencia de ellos en ese ámbito. No se trata de responder qué es la supervisión, sino de hablar en
nombre propio de algo que efectivamente remite a la experiencia de cada quien.
Paula y Miguel responden desde ese lugar y como ocurre muy a menudo cuando
hablamos de una experiencia en psicoanálisis hablan de los obstáculos que en
esa práctica se les presentan. Luego, sólo se pueden leer la pregunta y la
respuesta incluyendo en una secuencia lo dicho por cada uno de los presentes:
Paula, Miguel y Jorge. La legibilidad de la respuesta exige que no realicemos como
lectores el ahorro de seguir toda la secuencia.
Plantearía
también una muestra de otra secuencia que podría llamar: el diálogo dentro del
diálogo. Paula comenta que en su experiencia con los púberes se entabla un
diálogo de ida y vuelta, que charlan (Paula y el o la púber en cuestión) o que
tal vez juegan a conversar y que para ella no se trata de dejar al púber
librado a su propio discurso frente a un analista que se abstiene. Jorge
puntualiza, comenta, pregunta para afirmar que en ese diálogo entre Paula y el
púber, ella no dice, “Estoy hablando yo”, y es eso lo que permite que la
demanda aparezca del lado del paciente.
Esto lo
extraigo además porque me permito extenderlo a la estructura general del
diálogo que nos entrega este libro. De su lectura jamás podríamos concluir que
Paula, Miguel o Jorge busquen algo del orden de “Estoy hablando yo”. A mi
entender, esto último le da al contenido del diálogo su fluidez y su apertura.
Pero aquí
deseo incluir una diferencia mayor. De ninguna manera ello conlleva que en este
libro no queden escritas aserciones tanto sobre la teoría como sobre la
práctica del psicoanálisis. El capítulo IV comienza con una explicación de
parte de Jorge y no con una pregunta de Paula o de Miguel en la que claramente
Jorge Fukelman explicita el cuidado con respecto a ser taxativo en el decir.
Taxativo había sido afirmar en el encuentro anterior que los padres eran un
efecto del tratamiento ya que los padres pueden aparecer de otra manera. Pero
no por ello no puede no afirmar, seguir manteniendo que los padres van
transformándose en padres diferentes en tanto remiten a relaciones distintas
del analizante y del analista con relación al saber y al goce.
Más acá de los
contenidos, lo que quiero precisar es la clara diferencia entre lo taxativo
como excluyente de otras variantes y lo asertivo, aquello que a pesar de sus
variantes se mantiene como núcleo de verdad necesario para poder ubicarnos de
alguna manera.
A mí no me
queda más que felicitarlos por ser orfebres de esta joyita y agradecerles,
seguramente con muchos otros, el haberla hecho posible.
Ante el
silencio en que nos deja que la voz de Jorge se haya apagado, me permito un
último recuerdo. Hace mucho tiempo me hizo saber por un amigo mío que le
gustaba escuchar como pronunciaba yo Lacan en francés. Vos podés escuchar Elena
Roberto lo que para mí eso representa. Mi padre decidió dejarme como herencia
el habitar la lengua francesa. Por suerte puedo seguir hablando con vos, por
suerte sé que me escuchás y creo que sabés que te escucho ¿Qué otra cosa
intentamos hacer lo mejor posible los analistas? ¿Qué otra cosa construye una
amistad? Gracias por eso.