lunes, 3 de octubre de 2011

El diálogo dentro del diálogo


Presentación del libro “Conversaciones con Jorge Fukelman” en la Feria del Libro de Buenos Aires el 29 de Abril del 2012 
por Elena Lacombe


Ante todo quiero agradecer de todo corazón a Paula y a Miguel esta invitación. Jorge Fukelman fue alguien de una importancia mayor en mi vida. Lo conocí hace 34 años mientras cursaba el primer año de la Residencia de Psicopatología en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, lugar en que ya había escuchado a analistas que dada la época eran inevitablemente kleinianos. Yo no tenía preconceptos en relación a esta escuela o esta otra, supongo que porque provenía de la medicina. En la Facultad de Medicina no se hablaba de psicoanálisis, ni en la materia Psiquiatría se mencionaba a Freud. Sí contaba en relación al psicoanálisis con un afortunado encuentro en mi adolescencia.

En una Biblioteca de mi barrio, Biblioteca que permitía que pudiera el lector llevarse libros prestados a su casa, (es la Biblioteca Manuel Gálvez, que empobrecida y semi abandonada sigue abierta), me llevé la Psicopatología de la Vida Cotidiana. Freud era para mí alguien nebulosamente importante y me despertó curiosidad tener uno de sus libros al alcance de la mano. Lo leí, como se imaginaran no entendí de qué se trataba, pero no fue la sensación de “no se entiende nada” o “de qué habla este señor” la que me quedó. Fue algo así como:”esto que escribe este señor es absolutamente novedoso para mí, distinto a cualquier otra cosa que haya leído”.

Devolví el libro y como corresponde al especialista que todo neurótico deviene, no me excusaré en que tenía 16 años,especialista en no seguir los verdaderos deseos, devolví el libro y me olvidé de Freud, de mi propia experiencia subjetiva, de mi hallazgo afortunado en fin y me recibí de Bachiller. Luego fui a la Facultad de Medicina, me recibí de médica y como evidentemente la medicina no me gustaba aguanté un año en la Residencia de Pediatría para luego hacer una tímida solución de compromiso: ingresar a la Residencia de Psicopatología.

Fue en ese momento mi segundo encuentro con el psicoanálisis; conocí a Jorge Fukelman. Fue para mí la oportunidad de reavivar esa primera experiencia subjetiva que fuera mi primera lectura de Freud. Les hago la confidencia de que en ese primer encuentro con Jorge lo escuché entendiendo casi nada, mejor dicho en ese primer encuentro y en los que siguieron. Fueron muchos, ya que estudié y supervisé con él durante 20 años. Recuperar el “dice algo distinto a lo que vengo escuchando y me interesa en el sentido de querer saber de eso y también en el de es importante para mí”, fue esencial para sostener dedicarme al psicoanálisis.

Les pido disculpas por este relato en primera persona, pero no ha sido una dificultad menor para hablarles hoy, no verme llevada a hablarles de Jorge Fukelman y de su enseñanza. Nos reunimos aquí para comentar este libro, que por supuesto forma parte de su enseñanza pero que en el marco de este encuentro exige ser recortado como tal.

El libro se llama “Conversaciones con Jorge Fukelman” y efectivamente de conversaciones se trata. Si bien en la mayor parte Paula y Miguel formulan preguntas y Jorge responde, también es cierto que Jorge les pregunta a Paula y a Miguel. En las preguntas que Paula y Miguel formulan  están en juego respuestas a preguntas que ellos como analistas ya se hicieron. Propongo al  lector  participar de esta dialéctica que no es socrática ni platónica, dejando que las supuestas respuestas sabidas se vuelvan preguntas renovadas y así formar también él parte de la conversación.

Paula y Miguel invitan al lector a formular sus propias preguntas y le proponen desde el prólogo algunos posibles caminos de búsqueda: encontrar en las notas a pie de página y en las referencias.

Mi propuesta de lectura de este libro es la de recorrer un camino que no sea el más conocido, seguramente por ser el más transitado, pero que es más cortito: el de preguntas y respuestas. Este libro no es un reportaje, ni una serie de entrevistas. Se inscribe a mi entender, en la venerable tradición del diálogo.

Aclaré antes que su dialéctica no es socrática ni platónica porque el horizonte del psicoanálisis no es el de la filosofía, pero no por ello desconoceré que la de Sócrates fue una vida en diálogo en su dimensión ética y política. La praxis de un analista y por qué no su modo de vida tiene en común con Sócrates la purificación del discurso no para que el individuo se libere de la particularidad de la doxa y acceda al Universal que le permita vivir y actuar conforme a la razón, sino en una búsqueda en apariencia más modesta: la de la relación del sujeto a la verdad.

Sabemos que sería simplista decir a propósito de este libro, que si se reúnen tres analistas a conversar precipitará de ello un diálogo fructífero en relación al psicoanálisis. No va de suyo. Demasiados coloquios, congresos dan prueba de ello.

Continúo mi propuesta de lectura que resumo diciendo que de cada pregunta y también de cada respuesta se puede extraer una nueva pregunta, desde “¿Cómo fue que yo me he preguntado esto?” a “¿Cómo es que esto jamás me lo pregunté?”.

Tratemos entonces de escuchar, leyendo el libro que nos convoca.

Paula le pregunta a Jorge acerca del lugar de la supervisión en la formación del analista y Jorge responde con otra pregunta, les pregunta cuál es la experiencia de ellos en ese ámbito. No se trata de responder  qué es la supervisión, sino de hablar en nombre propio de algo que efectivamente remite a la experiencia de cada quien. Paula y Miguel responden desde ese lugar y como ocurre muy a menudo cuando hablamos de una experiencia en psicoanálisis hablan de los obstáculos que en esa práctica se les presentan. Luego, sólo se pueden leer la pregunta y la respuesta incluyendo en una secuencia lo dicho por cada uno de los presentes: Paula, Miguel y Jorge. La legibilidad de la respuesta exige que no realicemos como lectores el ahorro de seguir toda la secuencia.

Plantearía también una muestra de otra secuencia que podría llamar: el diálogo dentro del diálogo. Paula comenta que en su experiencia con los púberes se entabla un diálogo de ida y vuelta, que charlan (Paula y el o la púber en cuestión) o que tal vez juegan a conversar y que para ella no se trata de dejar al púber librado a su propio discurso frente a un analista que se abstiene. Jorge puntualiza, comenta, pregunta para afirmar que en ese diálogo entre Paula y el púber, ella no dice, “Estoy hablando yo”, y es eso lo que permite que la demanda aparezca del lado del paciente.

Esto lo extraigo además porque me permito extenderlo a la estructura general del diálogo que nos entrega este libro. De su lectura jamás podríamos concluir que Paula, Miguel o Jorge busquen algo del orden de “Estoy hablando yo”. A mi entender, esto último le da al contenido del diálogo su fluidez y su apertura.


Pero aquí deseo incluir una diferencia mayor. De ninguna manera ello conlleva que en este libro no queden escritas aserciones tanto sobre la teoría como sobre la práctica del psicoanálisis. El capítulo IV comienza con una explicación de parte de Jorge y no con una pregunta de Paula o de Miguel en la que claramente Jorge Fukelman explicita el cuidado con respecto a ser taxativo en el decir. Taxativo había sido afirmar en el encuentro anterior que los padres eran un efecto del tratamiento ya que los padres pueden aparecer de otra manera. Pero no por ello no puede no afirmar, seguir manteniendo que los padres van transformándose en padres diferentes en tanto remiten a relaciones distintas del analizante y del analista con relación al saber y al goce.

Más acá de los contenidos, lo que quiero precisar es la clara diferencia entre lo taxativo como excluyente de otras variantes y lo asertivo, aquello que a pesar de sus variantes se mantiene como núcleo de verdad necesario para poder ubicarnos de alguna manera.

A mí no me queda más que felicitarlos por ser orfebres de esta joyita y agradecerles, seguramente con muchos otros, el haberla hecho posible.

Ante el silencio en que nos deja que la voz de Jorge se haya apagado, me permito un último recuerdo. Hace mucho tiempo me hizo saber por un amigo mío que le gustaba escuchar como pronunciaba yo Lacan en francés. Vos podés escuchar Elena Roberto lo que para mí eso representa. Mi padre decidió dejarme como herencia el habitar la lengua francesa. Por suerte puedo seguir hablando con vos, por suerte sé que me escuchás y creo que sabés que te escucho ¿Qué otra cosa intentamos hacer lo mejor posible los analistas? ¿Qué otra cosa construye una amistad? Gracias por eso.