Por Marina Di Carlo
Disertación en la presentación del libro en la Biblioteca Nacional el 17 de septiembre de 2011
Voy a leerles una cita que menciona Jorge en el libro “Conversaciones”:
“Los antiguos decían que había una manera de hablar que era como si se estuviera viendo algo y haciéndolo ver a quienes estaban escuchando. Esta manera de hablar era estrictamente el entusiasmo.”
Hace un tiempo le comenté a Jorge que estaba leyendo con un grupo de colegas una charla que en alguna oportunidad él había dado en el Hospital Español.
Le comento entonces, como para tenerlo al tanto, sobre el punteo que estaba haciendo de esa lectura.
Después de escucharme atentamente, se quedó un momento en silencio y luego dijo: “Creo que hay ahí un entusiasmo que no recuerdo que haya estado en lo que yo dije”.
Este era el efecto que Jorge producía a quienes estudiamos con él, un entusiasmo con el psicoanálisis, con su estudio y lectura.
A tal punto que dos psicoanalistas, Paula de Gainza y Miguel Lares, se proponen y le proponen hablar de psicoanálisis.
En estas conversaciones uno puede encontrar dos entusiasmos.
El primero es el que Jorge genera a través de sus articulaciones.
Estas articulaciones son su marca: el juego y la infancia, el retorno de lo reprimido de los padres, el síntoma y el acting-out, el juego y el lenguaje, el fenómeno histórico, la tercera generación y la lengua, dictadura, Malvinas, Latinoamérica, transnacionales, globalización, medicación.
También aquí están los autores con los que él pensaba. Aquellos que uno mismo luego se sentía impulsado a leer. Además de Freud y Lacan: Perec, Agamben, Aries, Quignard.
El otro entusiasmo del que quería hablarles, lo resumiría en el modo clásico con el que Jorge formulaba la entrada al juego “Dale que yo era…”.
Y aquí retomo las palabras del principio:
“Los antiguos decían que había una manera de hablar que era como si se estuviera viendo algo y haciéndolo ver a quienes estaban escuchando. Esta manera de hablar era estrictamente el entusiasmo.”
Y allí están sus intervenciones, esas veces en que es o hace de analista, no siempre…
Entonces le dije:” Yo tengo un libro, “El castigo en la ciudad” que describe los castigos a personas que no se portaban bien, al estilo de la edad media…”
“Y el monstruo ¿Va a entrar por la ventana o por la puerta?” Y el pibe contesta:” Va a entrar por la puerta.”
O ante las palabras de un padre:” mi hijo grita”. Jorge interviene: “¿grita o les grita?”
En todo momento esta lectura tiene el tono de una conversación y esto me recuerda a Deleuze.
Deleuze daba unas clases sobre Spinoza. En un momento en el que uno de sus oyentes hace un comentario sobre el filósofo holandés, él le dice a su auditorio que no parece que Spinoza les hable al oído.
Y agrega que a él Platón no le habla al oído pero sí lo hace Spinoza y agrega que es muy importante encontrar los filósofos que nos hablen al oído.
Bueno, creo que la lectura de “Conversaciones con Jorge Fukelman. Psicoanálisis: Juego e Infancia” nos da la oportunidad de sentir que nos hablan al oído.
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