martes, 15 de noviembre de 2011

Dale que yo era

Conversaciones con Jorge Fukelman – Psicoanálisis: juego e infancia. Paula M. de Gainza y Miguel Jorge Lares.
Por Eva Gerace

Conversación, del latín conversatĭo–ōnis, indica la acción y efecto de hablar entre personas, donde hay comunicación, hay diálogo, hay preguntas, hay trasmisión oral. Comunicación mediante la palabra entre varias personas que, alternativamente exponen sus ideas y matices. Así los diferentes diccionarios me ayudaron con la primera palabra del título del libro Conversaciones con Jorge Fukelman – Psicoanálisis: juego e infancia. Y de eso se trata, de una conversación, varios encuentros, diferentes preguntas, entre Jorge Fukelman y Paula M. de Gainza y Miguel Jorge Lares.

Los autores nos recuerdan que Jorge Fukelman se dedicó más a la trasmisión oral que a la escrita, naciendo así en ellos “la intención de hacer un libro que incluyera una serie de entrevistas con él ”más una buena parte de sus disertaciones públicas”, entre 1991 y 2007, las cuales pasan a ser fragmentos de los llamados escolios, apostillas al final de cada capítulo, y de algunos de los comentarios que nutrieron esas conversaciones que me hacen recordar a Virgilio guiando a Dante cuando este decide entrar en el Infierno y lo hacen conversando. Conversaciones profundas, serias, que descubren experiencias, sorprenden y, así, inician un viaje al centro de la tierra, como si de un rito iniciático se tratase.

Supimos así que el dolor, la tristeza, la oscuridad brumosa de ciertas experiencias de la infancia, pueden encontrar alguna salida. Empresa ardua, que los autores nos facilitan leer. El pensamiento y la reflexión sobre una práctica singular que Jorge Fukelman trató “de aclarar esto con un ejemplo”. Simplicidad y sorpresa en el trabajo clínico, complejidad en la teorización, siempre con rigor y reflexión y una invitación: el viaje debe continuar…

Conversaciones que resuenan amigables a nuestros oídos, conversaciones que muestran un empeño, una cadencia para aprender a “sentarse junto a…” y escuchar Lo que la noche le cuenta al día.


Hace ya unos meses llegó a mi correo un email: dos personas querían confirmar algunas informaciones, luego sabría porqué: Jorge había hecho circular la historia de su encuentro con la Costa Caribe de Colombia. Así supe de este libro y, coincidencias de viajes me llevaron, primero a Cartagena, y luego a participar en la presentación, en la Sala Juan L. Ortiz de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires, del libro Conversaciones con Jorge Fukelman. Psicoanálisis, juego e infancia, de Paula de Gainza y Miguel J. Lares.

Por ello quise escribir algunas palabras que, a su vez, también recordasen el paso de Jorge Fukelman por Cartagena de Indias en 1996, convocado por el Círculo Psicoanalítico del Caribe, cuando nos reunimos a trabajar en un seminario que él llamó: Ponerse en Juego - Niñez y Adolescencia.

Dos frases recordadas al azar:

“Si ustedes ahora me preguntaran -bueno, muy bien, pero ¿qué es la castración? Yo tendría que hacer uso de un saber para decir qué es la castración, cuando justamente lo que estoy tratando de plantear es que el saber allí se encuentra en falla.

Si ustedes me dijeran -¿qué es la castración? ¡Decime! Porque si con la castración aseguro esa relación ¡Fenómeno! Pero justamente eso es lo que nos falta. Si partimos de allí, puede ser que podamos tener una actitud en relación a los niños, púberes, adolescentes que no sea patógena, que no sea iatrogénica. Pero partir de ahí, es partir de los problemas nuestros, no de los problemas de los chicos”.

“El problema no es meter la pata, el asunto es poder sacarla después. Si podemos volver sobre las metidas de pata que cometemos cuando educamos a nuestros hijos, cuando analizamos o cuando damos una conferencia, si podemos volver sobre eso ¡Ya está! ¿Qué más? Volveremos una vez y otra vez. Porque no nos vamos a dejar de equivocar hasta el día en que estemos muertos”.

Dos frases que recuerdan el ‘estilo fukelmaniano’, como han tenido el acierto de nombrar, Paula y Miguel, a esta forma singular de trasmitir.

Haber tenido la posibilidad de ser atravesados por esta forma de trasmisión, sea en las “clases”, sea en el análisis de control, es un privilegio que la vida nos ofrece, más allá de haber podido compartir sus primeros pasos… al ritmo de la música caribeña.

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